sábado, enero 07, 2006

Noche, calor y cigarros


Son las tres de la mañana y el calor no se soporta.
De fondo suena bersuit y la falta de viento completa el cuadro.
El ambiente me transporta a mendoza. A ese hotel de cuarta que tenía averiado el aire acondicionado y un ventilador de techo de esos de cantina que dan la impresión de caerse en cualquier momento. De la calle vienen gritos aislados y se escucha uno que otro trole camino al terminal.
Las gotas me mojan casi toda la cara, es insoportable. Asi que me levanto y tomo una ducha de agua fría, que en realidad no es mas que agua tibia. Salgo, me visto y tomo 10 pesos del velador, un encendedor y la llaves de la pieza.
En el hall me encuentro solo. No se escucha nada aquí. Del pasillo vienen como crujidos y el ascensor no está funcionando.
Prendo un cigarro y lanzo el humo hacia arriba haciendo anillos, no hay nada mejor que hacer anillos cuando se está solo y el viento no sopla. Es siempre la misma escena: Yo sentado, la cabeza hacia atras, los labios fruncidos y los anillos elevándose. Lo único que cambia es el escenario. Pero cuando se está solo y el viento no sopla es poca la importancia del lugar donde se está.
Suena el ascensor y aparece del umbral un viejo de unos 45 años. Me mira, me sonrie y se sienta conmigo a fumar. Es el recepcionista del hotel que estaba tratando de arreglar el aire acondicionado. Abre la boca y de ella sale la música típica de las puteadas argentinas.
Lo acompaño con mi música de putear chilena y hacemos un coro bastante bueno.
Los vecinos se complementan hasta puteando.

Termino mi cigarro y el recepcionista se para y saca de detrás del mesón una botella de Bud. Le agradezco con toda el alma y cuando el sol recien saliendo calienta el concho de mi vaso le digo adios al nuevo amigo del insomnio.
Una vez arriba me recuesto en mi cama y mi compañero de cuarto se revuelve en sueño y despierta:
"¿Cómo dormiste?"
"Bien..."

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