domingo, diciembre 11, 2005

De donde vengo yo!


De donde vengo yo, las tiendas de ropa están ordenadas y tienen personal pagado que se preocupa de ordenar todos los artículos que las pirañas consumistas desordenan cuando buscan ropa de su talla.
La Ale me dijo el fin de semana pasado: ¡Oye!, juntemos plata y vamos a patronato. ¡Hay ropa hermosa!
Yo le dije: “Vamos”
Y así fui al barrio de la ropa top y barata. Todas las cuicas se visten ahí, por lo tanto, algo de bueno tendrá… ¡error!
Lo primero que se ve al salir del metro es un carro de confites que vende poleras, pantalones, cinturones y una montonera de cajones apilados en el suelo.
Patronato es un barrio chino. Es como un mall de ventas al por mayor, donde está todo tirado, todo manoseado y todo barato. Aquí no existe el concepto de estilo.
Uno entra en patronato y se da cuenta lo que vale la imagen. Llegué a una calle con una veintena de carros y tiendas tapizadas de ropa de colores lindos pero en desorden.
Cuando entré en la primera mazmorra, empecé a mirar unas poleras que a pesar de estar arrugadas y mezcladas con unas camisas de hombre, eran bien lindas. Y lo bueno de eso es que en un mismo lugar encuentras una polera, un pantalón (debajo de una falda), un short(debajo de un peto), cinturones(debajo de una bufanda), una chaqueta y un cintillo(debajo de un chal) ¡Todo en el mismo cajón de ropa y todo lindo!
Pero, si esta misma ropa estuviese ordenada y de una esquina colgara una etiqueta linda, pagaría el triple por lo mismo.
Patronato le gusta al bolsillo de la gente común. Pero a costa de esos bolsillos satisfechos, los ojos sufren, el criterio estético se deforma, y el bolsillo de la gente que valora la imagen (como aquel que diseña etiquetas) cada vez está mas vacío. Suena triste, pero da igual. Yo compro en patronato.

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